La evolución biológica es el proceso continuo de transformación de las especies a través de cambios producidos en sucesivas generaciones, y que se ve reflejado en el cambio de las frecuencias alélicas de una población.
Generalmente se denomina evolución a cualquier proceso de cambio en el tiempo. En el contexto de las Ciencias de la vida, la evolución es un cambio en el perfil genético de una población de individuos, que puede llevar a la aparición de nuevas especies, a la adaptación a distintos ambientes o a la aparición de novedades evolutivas.
La evolución devino un proceso de millones de años, dentro de la cual esta incluido la aparición de la especie humana. Los humanos y los grandes monos antropomorfos tuvieron un mismo antepasado, chimpancés y gorilas son los más relacionados biológicamente con el hombre. Esas semejanzas se heredaron de un ancestro común según se comprobó por medio de investigaciones moleculares y estudios de los fósiles que lo ubican en unos 10 millones de años. A partir de entonces antropoides y humanos siguieron distintos procesos de evolución.
La línea divisoria entre los antropoides y el hombre, tradicionalmente, se estableció por la posibilidad de este último de fabricar de manera consciente sus instrumentos de trabajo, tener un cerebro más complejo, iniciar las primeras formas de lenguaje articulado, además de estar sometido a cambios anatómicos trascendentes.
En el proceso de evolución, hay que reconocer que sobrevivieron solo aquellos grupos de primates cuyas características estructurales, funcionales y de comportamiento se correspondieron mejor con las condiciones existentes en los espacios abiertos y que, generación tras generación, trasmitieron esas características a sus descendientes, todo lo cual conllevó al proceso de hominización.
La línea divisoria entre los antropoides y el hombre, tradicionalmente, se estableció por la posibilidad de este último de fabricar de manera consciente sus instrumentos de trabajo, tener un cerebro más complejo, iniciar las primeras formas de lenguaje articulado, además de estar sometido a cambios anatómicos trascendentes.
En el proceso de evolución, hay que reconocer que sobrevivieron solo aquellos grupos de primates cuyas características estructurales, funcionales y de comportamiento se correspondieron mejor con las condiciones existentes en los espacios abiertos y que, generación tras generación, trasmitieron esas características a sus descendientes, todo lo cual conllevó al proceso de hominización.
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